Y por fin, la evaluación

Por fin ha terminado el proceso de evaluación  y... ¡¡ha ido bien!!
Os cuento un poco:  la evaluación consta de cuatro etapas en el caso de las familias con dos padres.

  1. Entrevista conjunta con la psicóloga y el trabajador social
  2. Entrevista individual con la psicóloga + test psicotécnico
  3. Visita del trabajador social al domicilio
  4. Entrevista final a ambos.

En general, estuvimos muy cómodos con la psicóloga, que planteó todas las entrevistas como conversaciones y siempre nos daba pie a hablar de determinados temas mediante preguntas; de este modo era más fácil romper el hielo. Definirse, reflexionar sobre uno mismo, hablar con una persona desconocida de cómo ha sido tu infancia, de tu relación con tus padres o con tu pareja es... bastante complicado, especialmente si has elaborado regular o mal alguna pérdida, pero ella encauzaba muy bien los temas que quería explorar y no se hizo pesado ni violento.
Creo que la parte más importante es la última, en la que a nosotros nos preguntaron por el proyecto educativo, por cómo pensábamos a educar a nuestro hijo, hija o hijos (en nuestro caso, podrían ser hermanos). No solo desde el punto de vista de la escolaridad y los valores, sino del cómo. Qué pensábamos hacer, qué rutinas tendríamos... la verdad es que sin saber qué edad exacta tendrá nuestro hijo, es difícil imaginarse situaciones, pero creo que somos resolutivos y podremos hacer frente a todo, sabiendo, claro está, que un hijo saca lo mejor y lo peor de sus padres y que, al final, lo que hay que hacer es estar con los niños de verdad, quererlos incondicionalmente y acompañarlos en la vida lo mejor que sepamos.
Parece de sentido común pero... seguro que lo perdemos de vista en algún momento y luego recuperamos la cordura.
Ahora que ya hemos pasado los nervios de todo el proceso, creo que la evaluación nos ha venido muy bien para creernos más nuestro proyecto de vida, verlo como una realidad no tan lejana, para darnos cuenta de quiénes somos, de qué clase de padres podemos y vamos a ser y, con todo, para conocernos un poquito más a nosotros mismos. Es muy necesario que exista esta evaluación. No solo representa el beneplácito de "la autoridad", con la confianza que pueda darnos eso, sino que también supone una labor de introspección imprescindible.
De hecho, a las familias biológicas también les vendría bien conocerse mejor mediante este tipo de reuniones (obviamente no se les puede imponer, a nosotros sí porque lo exigen los gobiernos locales y los países de adopción) porque refuerzan el deseo y la determinación, la confianza en los patrones de comportamiento que tenemos... en fin, me temo que en nuestra sociedad no se le da mucha importancia al apoyo psicológico, o no se nos prepara para reconocer nuestras limitaciones y pedir ayuda cuando no podemos resolver un problema solos.
Por cierto, en el test de personalidad me salió, entre otras cosas, que soy una mandona. Qué sorpresa.
Y ahora viene la parte más bonita de la espera: aún queda papeleo, pero como esto ya es una realidad, ahora toca soñar, imaginar... la espera activa. El libro de vida, las fotos... construir de manera tangible y comprensible para un niño esa historia familiar donde encajará el pequeño que está por llegar.




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