Jornada multiprofesional de acogimiento y adopción
Durante el puente de octubre, hemos estado en Chiclana, Cádiz, población que acogía una jornada sobre adopción y acogimiento destinada tanto a profesionales como a familias, y hoy quiero contaros a grandes rasgos lo que allí pudimos ver y aprender. Nos faltó tiempo para comprender más, para aprender más, para conocer más detalles, pero una idea general sí nos llevamos. Os lo cuento desde mi opinión personal. Y como toda opinión, ni es única ni irreversible.
Desde el principio, las ponencias estuvieron más centradas en el acogimiento y en la situación en Andalucía de esta medida de protección de menores. Nos sorprendió la grandísima cantidad de asociaciones de familias con esta vocación solidaria.
Aunque nosotros en principio no estamos interesados en acoger, nos dimos cuenta de que hay una necesidad alarmante de familias acogedoras, en especial porque está pendiente de aprobación un anteproyecto de ley autonómico por el cual se prohibiría internar en centros a los menores de 6 años en situación de desamparo.
Esto está muy bien, pero implicaría una mayor necesidad de formar a las familias, que como se dijo durante la ponencia inaugural, a cargo del Dr. Palacios, estaban a medio camino entre la profesionalización y el voluntarismo.
Después de una pausa de café increíblemente bien organizada, en la que pudimos disfrutar de toda clase de bollería y charlar con familias, profesionales y entre ellos, una psicóloga especialista en idoneidad, empezó la segunda parte de la mañana.
Esta segunda parte nos gustó especialmente porque nos dividieron en espacios de trabajo más participativos, y cada uno escogía el taller que más le interesaba. Nosotros nos decantamos por el que se titulaba "Parentalidad positiva en la adolescencia" (me intriga mucho la adolescencia).
A lo largo del taller salieron cuestiones reales que estaban viviendo las familias y cómo los profesionales tenían que orientarlas (idealmente).
Hablamos de cuestiones generales de adolescencia e identidad, de trastornos del apego y de cómo ven la realidad los niños a los que les pasa esto, de las dificultades de una abuela que acoge a sus 7 nietos y de los problemas de una familia acogedora para conciliar el acompañamiento del menor y la relación con la familia biológica (un padre convicto).
Después de comer, la Jornada concluía con una mesa redonda y la conferencia de clausura. La mesa fue muy emotiva e interesante: dieron su testimonio una familia acogedora y adoptiva, la ya mencionada súper-abuela, una madre biológica que tiene a sus hijos en acogida por problemas de drogas, un chico de 18 años que pasó por un centro, un acogimiento y finalmente fue adoptado con sus dos hermanas; y un inmigrante que llegó de Marruecos metido debajo de un camión con 14 años. Espeluznante testimonio, según el cual el chico se marchó a buscarse la vida porque su padre no podía mantener a los 7 hermanos que eran en su país. Otro hermano que también huyó con él, acabó en Francia y hoy "están bien", obviando que en el DNI que recibió el que está en España al cumplir 18 años pone "no apto para trabajar" (lo mostró al público).
El valor y la entereza de esta gente al contar a un auditorio unas experiencias nada fáciles de compartir, experiencias de supervivencia contra todo pronóstico, nos dejó boquiabiertos, desarmados, impotentes frente a todo el dolor que por culpa de otros han tenido que pasar. Esos jóvenes no están en riesgo de exclusión social porque han tenido familias que los han acompañado. El final es más o menos feliz.
Sin embargo, comprendimos una cosa que parece obvia, pero no lo es tanto.
Ya sabíamos que, a diferencia de la adopción, el acogimiento es una medida solidaria y con frecuencia transitoria. Nos lo han repetido hasta la saciedad. Pero hasta ahora no habíamos comprendido qué querían decir exactamente con "solidaridad" en este contexto. El objetivo del acogimiento es reinsertar al menor en su familia biológica. Obvio, ¿no?
Y sin embargo, hay quien pierde eso de vista y luego se indignan porque los padres biológicos no quieren que el contacto se prolongue tras la reinserción. Todo el sufrimiento y el esfuerzo de enderezar a un niño roto (o en riesgo de romperse), hablando en términos muy llanos, puede irse al traste cuando vuelva "a casa" o incluso antes, si el contacto con los "padres bio" es contraproducente, como a veces ocurre. Esto le estaba pasando a una familia que tenía en acogimiento a un chico de 14 años. El padre, en la cárcel, le daba dinero y el niño había empezado a gastarlo en drogas. ¿Es culpa del padre? No del todo. Pero tampoco es culpa de la familia acogedora que le está dando cariño, razona y explica, ¿y qué pueden ellos hacer? No es tu hijo, ni lo será. Solo está contigo para no estar en un centro, para tener un entorno familiar. ¿Pero si lo rechaza? ¿Puedo yo darle cariño a un niño que, por mucho que le expliques la diferencia entre lo que está bien y mal, toma decisiones hieráticas?
Me atraía el acogimiento porque siempre he sentido el impulso de ayudar frente a la injusticia. Es más, iré a la reunión informativa de la semana que viene en Consellería, sobre acogimiento familiar en todas sus versiones. Pero, hoy por hoy... no me veo capaz de "preparar" al niño para volver a una familia que no merece mi respeto... no puedo tolerar y respetar a un padre delincuente, a una madre biológica toxicómana... "las drogas son una enfermedad", decía. Son errores en la vida de esas personas, de acuerdo. Se pueden arrepentir, y reinsertar en la sociedad, vale, pero... ¿no tuvieron la ocasión de elegir otro camino? Estoy segura de que sí. Aunque esos padres se reinserten, nada garantiza que no recaigan. Los servicios sociales se supone que están para ayudarles, pero... tengo mis dudas.
Seguramente sea contradictorio el querer ayudar y luchar contra la injusticia, pero al mismo tiempo no poder tolerar la debilidad de los desfavorecidos y las exigencias de unos padres que metieron la pata. Pero me temo que no puedo superar esa barrera, no podría apoyar a esos padres biológicos. No sé si querría que volviera a esa familia, por injusto que parezca. Así lo veo yo ahora mismo, con 40 años e idónea para adoptar niños hasta 4 años + 11 meses en India y Vietnam.
El niño también debe saber que ser una persona de bien, y fuerte, preparada para superar la adversidad, es una elección, y que toda elección, o acto, tiene sus consecuencias.
Una madre que dice "sí" y cae, cuando tenía que haber dicho que no... eso no es una enfermedad, lo siento. Contó que, en una visita a uno de sus hijos, éste se escondía detrás de su madre de acogida, y que eso era muy triste para una madre. A mí también me da pena que le haya pasado eso, pero si yo fuera la madre de acogida, es probable que me encontrara en esa situación. En otros casos sí que puede haber padres respetables, y podría entender y empatizar. Pero cuando el problema te lo has creado tú... debes atenerte a las consecuencias.
La gente le aplaudió; yo aplaudí el valor que tuvo al subirse al estrado a hablar de un tema tan doloroso, pero no aplaudo ni aplaudiré las elecciones que este tipo de personas hacen en su vida. Y por todo esto, por estas convicciones que tengo ahora, no creo que pueda acoger a un niño para luego devolverlo a unas personas que no me parecen una buena influencia.
Pero una vez más, yo qué sé.
Comentarios
Publicar un comentario