El curso de formación - Segunda sesión

Esto se empieza a poner interesante. Es decir, ya era interesante pero empezamos a entrar en cuestiones que no nos habíamos planteado. En el primer ejercicio de la sesión, nos han puesto una grabación que nos ha hecho comprender el punto de vista del niño que va a ser adoptado.
Y es que hasta ahora solo pensábamos en nosotros: si será difícil, qué suerte tiene de tenernos, qué bien lo vamos a tratar, va a ser muy feliz. Pero... y el menor, ¿qué piensa ante la adopción?
En el caso de un bebé, como apuntaban en clase, se piensa que "no se entera", pero sí se entera, y las situaciones de incertidumbre también le afectan. En niños más mayores, las secuelas pueden manifestarse de forma más vehemente o a través de comportamientos muy marcados. La cuestión es que al menor lo están moviendo de un lado para otro, sin que pueda entender por qué, ni saber si el lugar adonde va es definitivo, si lo van a querer, si va a estar bien. Y es que, por mucho que esté "mal", sin una familia, lo poco que tiene es su mundo y su día a día, su rutina, y es lo que le da seguridad. La incertidumbre que le va a causar el ser extraído de su hábitat prácticamente de golpe tiene que afectarle de alguna manera, y en su momento lo va a exteriorizar. Es tarea nuestra estar preparados para afrontarlo y ayudarle a superar ese daño con el que viene. Se habla mucho de la "mochila emocional" que traen los niños de institución. Por ello también tenemos el servicio post-adopción, que es gratuito y nos ayuda a trabajar los problemas que podamos no saber resolver. 
En esta sesión también nos han hecho preguntarnos por nuestras expectativas y si creemos que van a tener alguna influencia en nuestra relación con el menor. Yo creo que la mayoría de nosotros tiene una visión realista y que no idealizamos las cosas: sí, creemos que nuestro niño va a ser guapísimo, pero sabemos que vendrá feo, sucio, dañado, con problemas, y que no tendrá el desarrollo que puede tener un hijo biológico que recibe el cariño de su madre desde la gestación. Todo el mundo quiere que sus hijos sean los más listos, los más guapos y los más todo, pero aquí nosotros tenemos que tener en cuenta que nuestros hijos adoptivos pueden tener necesidades que los biológicos no tienen, porque su evolución ha sido normal. Cualquier paso natural, propio del instinto de los primeros años de vida, que nuestros futuros hijos se hayan saltado por las circunstancias de su entorno, lo tendrán que vivir y podrán tener regresiones y otros problemas. 
Yo no he ido nunca a un psicólogo, pero me doy cuenta de que estas profesionales especializadas en adopción van a ser muy necesarias en nuestras vidas,  ya que en nuestro caso se suman dos retos, en definitiva: ser padres, y ser padres de un niño adoptado.  
Y con esta reflexión os dejo hasta el próximo post. 

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